La garnacha es una uva autóctona española fácilmente identificable por su color violeta oscuro. Es una cepa rústica, resistente a las inclemencias del tiempo, tales como los fuertes vientos, las nevadas o la sequía, lo que hace que sea la única variedad capaz de sobrevivir en un ambiente tan extremo como las montañas de Gredos

Las viñas viejas de Gredos llevan mucho tiempo echando raíces en el terreno, se calcula que fueron plantadas hace unos 100 años, por lo tanto llegan más profundo, lo que nos garantiza que tendrán una nutrición más constante ya que pueden buscar agua y alimento mucho más “abajo” que un viñedo joven.

Tras años de poda e inclemencias del tiempo, las cicatrices de la madera dificultan la circulación de la savia, sobre todo desde arriba hacia abajo, por lo que los viñedos viejos suelen ofrecer racimos de uva con mayores concentraciones, entre otras cosas, de azúcar y polifenoles.

Los pliegues de la madera vieja, un mayor volumen en el tronco, permite una mayor reserva de nutrientes por lo que la cepa ofrecerá más resistencia ante periodos de dificultad.

La cepa vieja lleva años viviendo en el mismo sitio y se ha aclimatado al suelo logrando sobrevivir y equilibrando la parte nutritiva y la vegetativa, son menos productivas, pero sus pocas uvas son de una calidad excelente.

Hay una serie de factores que son particulares en la realización de este vino, destacando la elaboración artesanal de todo el proceso de desarrollo de la uva.
Las extremas condiciones de los viñedos hacen imposible el uso de maquinaria, por lo que la vendimia se realiza a mano
y se usa el tradicional arado romano a caballo, una ancestral técnica respetuosa con el medio ambiente